viernes, 7 de febrero de 2025

Tema 3: Ética - Escuelas helenísticas

Alrededor del siglo IV a.C. surgen en la Antigua Grecia diferentes escuelas que llamamos helenísticas, estas escuelas se caracterizan por proponer distintas formas de alcanzar la felicidad. En esta entrada nos centraremos en la escuela cínica, la estoica y la epicúrea.

La escuela cínica fue, según algunos filósofos posteriores, fundada por Antístenes (445-365 a. C.), un discípulo de Sócrates. Los cínicos reciben su nombre del griego kyon (perro), un adjetivo que recibían despectivamente, pero que hicieron propio. Dicho nombre proviene de su comportamiento y de su objetivo, que era volver a la vida animal. Los cínicos creían que la civilización era el origen del mal y que el bien residía en una vida simple y acorde a la naturaleza. Despreciaban la riqueza y lo material y creían que el hombre con menos necesidades era más libre y feliz (las necesidades básicas y naturales eran la comida, la bebida, el sueño, el sexo, etc.). La actitud de los cínicos era provocadora y crítica ya que satisfacían sus necesidades enfrente del público. Además, no obedecían ley alguna, ya que se consideraban ciudadanos del mundo (eran apátridas) y buscaban ser autosuficientes. El cínico más famoso es Diógenes de Sinope, del que se cuentan varias anécdotas que reflejan su pensamiento.

Los estoicos, por otro lado, nacieron con la fundación de su escuela alrededor del 300 a.C. El fundador de la escuela fue Zenón de Citio (334-262 a.C.) que en un principio estuvo cercano al cinismo, pero terminó encontrando muy exagerado su modo de vida provocador. El nombre de esta escuela viene de stoa, es decir, "pórtico" en griego, que alude al pórtico pintado del ágora de Atenas donde el fundador enseñaba sus ideas. Séneca (4 a.C- 65 d.C.), Epicteto (50-130 d.C) y el Emperador Marco Aurelio (121-180 d.C.) son referentes tardíos y famosos de esta escuela. La idea principal de los estoicos era dominio de uno mismo mediante la valentía y la razón, querían alcanzar la felicidad y la sabiduría prescindiendo de los bienes materiales. Al estado de imperturbabilidad y control total de uno mismo lo llamaron ataraxia. Creían que lo que sucede no es bueno ni malo sino que sigue las directrices de la naturaleza, por ello hay que saber dominar las pasiones que provienen de la ignorancia de este hecho (dolor, placer, temor), Varios miembros de las élites del imperio romano fueron estoicos, la popularidad de la doctrina decayó con el avance del cristianismo, de hecho, en el año 529 d.C. el Emperador Justiniano prohibió el estoicismo,

Finalmente, el epicureísmo fue fundado y recibe su nombre por Epicuro de Samos (341-271 a.C), quien planteaba la búsqueda razonada de placeres, la ataraxia y la amistad. Los seguidores de esta escuela se reunían en el "Jardín" un espacio de convivencia donde se estudiaba, pero también había celebraciones. El Jardín admitía pobres, mujeres y esclavos, grupos sociales que otros filósofos no admitían en sus escuelas. Los epicúreos creían que la felicidad era la falta de dolor o aflicciones (hambre, tristeza, sed, aburrimiento, etc.). Consideraban importante el equilibrio entre el cuerpo y el alma para alcanzar la imperturbabilidad. Así también eran relevantes los amigos, porque el ser humano solo es feliz entre sus amigos y el bien de todos ellos es el bien del individuo. Planteaban la moderación, esto es, evitar excesos ya que todo placer en exceso se transforma en sufrimiento (por ejemplo, comer en exceso produce indigestión, beber demasiado alcohol problemas de hígado, etc.). Creían que la naturaleza es azarosa y que de ese azar proviene la libertad: las cosas que suceden no tienen ninguna razón, sencillamente suceden. 

miércoles, 5 de febrero de 2025

Tema 2: El problema del conocimiento - Falacias no formales

Una falacia es un razonamiento incorrecto que aparenta ser correcto. Una falacia no formal es un subtipo de falacia. Estas se caracterizan por recurrir a elementos externos al argumento.

A continuación enumeraremos cinco tipos de falacias no formales, ejemplificando en cada caso, para mayor comprensión.


Falacia ad hominem: en esta falacia se rechaza un argumento por quién lo dice, es decir, se ataca al enunciador en vez del enunciado. Recordemos que un enunciado puede ser verdadero o falso más allá de quién lo diga. Habría que analizar en cada caso el argumento y no el enunciador.


Ejemplos:

  • Mariano Iudica dijo que los robos habían aumentado. ¿Qué sabe Iudica sobre robos? (Por más que no sea su área de especialidad, quizás está en lo cierto)

  • ¿Vos nene me vas a decir a mí cómo está la situación sanitaria de Argentina? (Se pretende descartar al enunciador por su juventud)


Falacia ad populum: en esta falacia se apoya una opinión en el supuesto sentimiento o prejuicio de una, nuevamente, supuesta mayoría. En un principio, habría que ver si lo que dice el enunciador refleja lo que piensan la mayoría de las personas y aún si esto fuese cierto habría que ver si esa opinión se sostiene moral, jurídica y/o científicamente.


Ejemplos:

  • La gente está cansada de que ingresen extranjeros al país.

  • La ciudadanía argentina no quiere que haya más PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias).


Falacia ad ignorantiam: en esta falacia se pretende pasar por verdadero algo que no se puede refutar. Científicamente, si algo no se puede demostrar que no exista no implica que necesariamente exista. Para que algo exista deben haber pruebas que lo demuestren, no alcanza con no poder refutarlo.


Ejemplos:

  • No se puede demostrar que los extraterrestres no existan, por tanto existen.

  • No se puede demostrar que los fantasmas no existan, por tanto existen.


Falacia por generalización apresurada: en esta falacia conociendo solo unos pocos casos se pretende aplicar una característica o razonamiento a todos los demás.


Ejemplos:

  • Conozco a alguien que vive en una villa y roba. Entonces quien vive en la villa es ladrón.

  • Mi amigo es chino y le va bien en matemáticas. Los chinos son buenos en matemáticas.


Falacia del "¿Y vos qué?": en esta falacia se atribuye lo que se está discutiendo a otro y así se pretende justificar lo discutido. Pero en realidad hablar de otro caso nada dice del que originalmente se discutía.


Ejemplos:

  • Se está discutiendo la relación entre capitalismo y contaminación. Entonces un alumno dice: "Pero en la Unión Soviética había comunismo, y también contaminaban".

  • Se está discutiendo sobre la cantidad de muertos por COVID-19 en Brasil y alguien dice: "Pero en Estados Unidos también hay muchos muertos, y son potencia mundial".


Nótese como en ambos casos por más que lo dicho sea cierto (lo cuál primero habría que comprobar) eso no dice nada sobre el tópico original de discusión.


Tema 2: El problema del conocimiento - John Dewey: "Democracia y educación"

Después de tantos años de educación formal ¿alguna vez te preguntaste cuál es el objetivo de esa educación? Bueno, nuestro modelo educativo está influenciado, entre otras fuentes, en las investigaciones y teorías del pedagogo y psicólogo estadounidense John Dewey (1859-1952). En esta entrada analizaremos algunos puntos sobresalientes sobre su libro de 1916 llamado "Democracia y educación".

Dewey sostiene que el hombre utiliza su ambiente para subsistir y que por su finitud lo que sobrevive de los hombres son los grupos, no los individuos. En estos grupos hay adultos y no adultos y existe una distancia entre todo lo que saben los primeros y los segundos, esa distancia la salvamos mediante la educación. En la misma no solo se transmite lo ya sabido, sino también los objetivos y las aspiraciones del grupo. Tengamos en cuenta que los no adulos son tan dependientes que no podrían ni subsistir biológicamente sin la intervención de los adultos.

La escuela, sin dudas, es un medio para la educación, pero no el único ni el más importante, nos dice Dewey, ya que es mediante la comunicación que generamos la comunidad y la comunicación no es algo que solo suceda dentro de las aulas.

Hay un desafío que nuestras sociedades actuales tienen que las primitivas no tenían. En estas últimas se aprendía haciendo, por ende la distancia entre lo que se aprende y el mundo exterior era inexistente. Hoy corremos el riesgo que se disocie lo que aprendemos en la escuela con el mundo externo, dado que aprendemos tantas cosas y a veces con tanta abstracción.

Para educar, sostiene el pedagogo estadounidense, es necesario un ambiente donde el educado participa. Así, se diferencia la educación, que implica apropiarse de cierto objetivo nuevo y compartido, del adiestramiento que implica la actuación por hábito. Es necesario guiar a los estudiantes, participar en actividades conjuntas que los ayuden a adquirir un sentido social. La educación debe dar lugar al deseo de crecer y permitir ese crecimiento.

Por último, el objetivo y el significado de la educación debe ser el presente y no meramente una preparación para el futuro; y no debemos olvidar que las democracias necesitan la educación para tener miembros que puedan hacer que funcione.

Tema 2: El problema del conocimiento - La aventura del conocimiento y el aprendizaje

Les comparto aquí el texto de Alejandro Dolina, escritor y conductor de radio argentino, titulado "La aventura del conocimiento y el aprendizaje":

La velocidad nos ayuda a apurar los tragos amargos. Pero esto no significa que siempre debamos ser veloces. En los buenos momentos de la vida, más bien conviene demorarse. Tal parece que para vivir sabiamente hay que tener más de una velocidad. Premura en lo que molesta, lentitud en lo que es placentero. Entre las cosas que parecen acelerarse figura -inexplicablemente- la adquisición de conocimientos.

En los últimos años han aparecido en nuestro medio numerosos institutos y  establecimientos que enseñan cosas con toda rapidez: "....haga el bachillerato en  6 meses, vuélvase perito mercantil en 3 semanas, avívese de golpe en 5 días, alcance el doctorado en 10 minutos....."

Quizá se supriman algunos... detalles. ¿Qué detalles? Desconfío. Yo he pasado 7 años de mi vida en la escuela primaria, 5 en el colegio secundario y 4 en la universidad. Y a pesar de que he malgastado algunas horas tirando tinteros al aire, fumando en el baño o haciendo rimas chuscas.
Y no creo que ningún genio recorra en un ratito el camino que a mí me llevó decenios.

¿Por qué florecen estos apurones educativos? Quizá por el ansia de recompensa inmediata que tiene la gente. A nadie le gusta esperar. Todos quieren cosechar, aún sin haber sembrado. Es una lamentable característica que viene acompañando a los hombres desde hace milenios.

A causa de este sentimiento algunos se hacen chorros. Otros abandonan la ingeniería para levantar quiniela. Otros se resisten a leer las historietas que continúan en el próximo número. Por esta misma ansiedad es que tienen éxito las novelas cortas, los teleteatros unitarios, los copetines al paso, las "señoritas livianas", los concursos de cantores, los libros condensados, las máquinas de tejer, las licuadoras y en general, todo aquello que no ahorre la espera y nos permita recibir mucho entregando poco.

Todos nosotros habremos conocido un número prodigioso de sujetos que quisieran ser ingenieros, pero no soportan las funciones trigonométricas. O que se mueren por tocar la guitarra, pero no están dispuestos a perder un segundo en el solfeo. O que le hubiera encantado leer a Dostoievsky, pero les parecen muy extensos sus libros.
Lo que en realidad quieren estos sujetos es disfrutar de los beneficios de cada una de esas actividades, sin pagar nada a cambio.

Quieren el prestigio y la guita que ganan los ingenieros, sin pasar por las fatigas del estudio. Quieren sorprender a sus amigos tocando "Desde el Alma" sin conocer la escala de si menor. Quieren darse aires de conocedores de literatura rusa sin haber abierto jamás un libro.

Tales actitudes no deben ser alentadas, me parece. Y sin embargo eso es precisamente lo que hacen los anuncios de los cursos acelerados de cualquier cosa.
Emprenda una carrera corta. Triunfe rápidamente.

Gane mucho "vento" sin esfuerzo ninguno.

No me gusta. No me gusta que se fomente el deseo de obtener mucho entregando poco. Y menos me gusta que se deje caer la idea de que el conocimiento es algo tedioso y poco deseable.
¡No señores: aprender es hermoso y lleva la vida entera!

El que verdaderamente tiene vocación de guitarrista jamás preguntará en cuanto tiempo alcanzará a acompañar la zamba de Vargas. "Nunca termina uno de aprender" reza un viejo y amable lugar común. Y es cierto, caballeros, es cierto.

Los cursos que no se dictan:  Aquí conviene puntualizar algunas excepciones. No todas las disciplinas son de aprendizaje grato, y en alguna de ellas valdría la pena una aceleración. Hay cosas que deberían aprenderse en un instante. El olvido, sin ir más lejos. He conocido señores que han penado durante largos años tratando de olvidar a damas de poca monta (es un decir). Y he visto a muchos doctos varones darse a la bebida por culpa de señoritas que no valían ni el precio del primer Campari. Para esta gente sería bueno dictar cursos de olvido. "Olvide hoy, pague mañana". Así terminaríamos con tanta canalla inolvidable que anda dando vueltas por el alma de la buena gente.

Otro curso muy indicado sería el de humildad. Habitualmente se necesitan largas décadas de desengaños, frustraciones y fracasos para que un señor soberbio entienda que no es tan pícaro como él supone. Todos -el soberbio y sus víctimas- podrían ahorrarse centenares de episodios insoportables con un buen sistema de humillación instantánea.
Hay -además- cursos acelerados que tienen una efectividad probada a lo largo de los siglos. Tal es el caso de los "sistemas para enseñar lo que es bueno", "a respetar, quién es uno", etc.
Todos estos cursos comienzan con la frase "Yo te voy a enseñar" y terminan con un castañazo. Son rápidos, efectivos y terminantes.

Elogio de la ignorancia: Las carreras cortas y los cursillos que hemos venido denostando a lo largo de este opúsculo tienen su utilidad, no lo niego. Todos sabemos que hay muchos que han perdido el tren de la ilustración y no por negligencia. Todos tienen derecho a recuperar el tiempo perdido. Y la ignorancia es demasiado castigo para quienes tenían que laburar mientras uno estudiaba.
Pero los otros, los buscadores de éxito fácil y rápido, no merecen la preocupación de nadie. Todo tiene su costo y el que no quiere afrontarlo es un garronero de la vida.
De manera que aquel que no se sienta con ánimo de vivir la maravillosa aventura de aprender, es mejor que no aprenda.

Yo propongo a todos los amantes sinceros del conocimiento el establecimiento de cursos prolongadísimos, con anuncios en todos los periódicos y en las estaciones del subterráneo.

"Aprenda a tocar la flauta en 100 años".
"Aprenda a vivir durante toda la vida".
"Aprenda. No le prometemos nada, ni el éxito, ni la felicidad, ni el dinero. Ni siquiera la sabiduría. Tan solo los deliciosos sobresaltos del aprendizaje".

lunes, 3 de febrero de 2025

Tema 2: El problema del conocimiento - El empirismo de Hume

En entradas anteriores hicimos referencia tanto a Platón como a Descartes, dos referentes del racionalismo, esto es, la corriente filosófica que le da más importancia a la razón que a los sentidos a la hora de conocer. En esta ocasión analizaremos a uno de los referentes más importantes de la corriente contraria: los empiristas. Estos son aquellos filósofos que le dan más valor a los sentidos que a la razón a loa hora de conocer.

David Hume fué un filósofo escocés que vivió entre 1711 y 1776. La versión más ordenada de su teoría sobre el conocimiento se encuentra en "Investigación sobre el conocimiento humano", un libro publicado en 1748. El objetivo del filósofo escocés es establecer los límites del conocimiento, esto es, delimitar adecuadamente que podemos y que no podemos saber. Además, a Hume le interesa que la ciencia y la filosofía sean humanas, esto es, que se relacionen con la sociedad y el hombre común y dejen de ser algo solo asociado con un pequeño grupo social.

Hume diferencia las ideas de las percepciones, siendo las primeras una débil copia de las segundas. Según él, nosotros tenemos experiencias, a las cuales accedemos mediante nuestra sensibilidad. Estas experiencias son mucho más intensas que las ideas, por ejemplo, es mucho más intenso el sentimiento de amar que la idea de amor. Así, para Hume las ideas son reflexiones o pensamientos que hacemos luego de vivir alguna experiencia, por ende, toda idea proviene de una percepción previa.

Es más, el filósofo escocés ataca a la idea de que la mente sea muy poderosa que suelen tener otros pensadores, particularmente los racionalistas. Hume afirma que al toda idea provenir de una percepción, como ya dijimos, entonces la mente lo único que puede hacer es aumentar, disminuir, combinar o transportar las percepciones. Un ejemplo de esto es el pegaso, que no es otra cosa que la combinación de las percepciones de "caballo", "alas" y "blanco". El ejemplo más extremo de esto es la idea de Dios que no termina siendo otra cosa que el aumento al infinito de las cualidades humanas.

A la hora de dividir aquellos que podemos pensar e investigar Hume diferencia las cuestiones de hecho de las relaciones de ideas. Estas últimas son aquellas que no dependen de la existencia de las cosas y que solo puedo concebir de una única manera (por ejemplo, 2+2=4 o el Teorema de Pitágoras). En cambio, las cuestiones de hecho son todas aquellas donde la mente es capaz de concebir distintos resultados sin contradicción lógica. Por ejemplo, puedo concebir tanto que el sol saldrá mañana como que no saldrá. Este tipo de cuestiones no puede resolverla la mente, sino que lo resuelve nuestra experiencia, que en el ejemplo dado nos diría que es muy probable que el sol siga saliendo mañana como todos los días previos. Con todo esto el filósofo quiere señalar que los efectos no están contenidos en las causas y que sin experiencia las consecuencias no pueden ser sabidas.

Tras todo este análisis podemos responder dónde está el límite del conocimiento: solo podemos conocer aquello que podemos experimentar.


Tema 2: El problema del conocimiento - Meditaciones metafísicas

En la entrada anterior hablamos de la concepción de la realidad para Platón. Esta entrada estará dedicada a otro racionalista, pero moderno: René Descartes. ¿Qué significa que dichos filósofos sean racionalistas? Pues que creen que la razón es más importante que los sentidos a la hora de conocer.

Descartes fué un filósofo francés que vivió entre 1596 y 1650. Es uno de los pensadores más importantes de la modernidad y su libro más célebre son las "Meditaciones metafísicas", publicado por primera vez en 1641.

Acá podés leer el texto completo, sabiendo que para nuestro análisis nos importan particularmente las meditaciones primera, segunda, tercera y cuarta.

El objetivo de las meditaciones es alcanzar algún saber indubitable, algo de lo que nadie pueda dudar, y de ahí construir un conocimiento del cuál estemos seguros. Así. la primera meditación muestra como el filósofo aplica la "duda metódica": el dudar como una manera de alcanzar un saber del cuál sea imposible dudar. Este saber es encontrado en la segunda meditación, donde se llega al "yo cartesiano", esto es, el hecho de que no podamos dudar de que somos y que existimos. La tercera meditación trata sobre Dios y la cuarta analiza la fuente del error.   

domingo, 2 de febrero de 2025

Tema 2: El problema del conocimiento - La realidad según Platón

Platón, aquel filosofo de la Grecia clásica que escribió tanto la "Apología de Sócrates" como "El banquete", dos textos que analizamos en el tema 1, nació en el 427 y murió en el 327 (ambas fechas a.C.). Es el primer filósofo que nos va ayudar a pensar en nuestro segundo tema: el problema del conocimiento.

Platón sostenía que la realidad se divide en dos planos: el terrenal y el ideal. En el primero encontramos los entes (las personas y los objetos), a los cuales accedemos mediante nuestros sentidos y es un plano que se caracteriza por ser cambiante. Este plano es una copia del plano original, que es el ideal. En este otro plano no hay entes, sino ideas a las cuales accedemos mediante nuestra razón. Además, este plano es inmutable, es decir, no sufre cambios.

A la hora de pensar en el conocimiento el filósofo griego separa la doxa de la episteme. La primera es el terreno de la opinión, de lo opinable, de hablar de lo que vemos. Es un terreno donde abunda la subjetividad y los cambios. Las opiniones cambian según la persona que opine, e incluso una misma persona puede opinar cosas diferentes en dos momentos distintos de su vida. Es esta subjetividad y variabilidad lo que hace que la doxa no sea verdadero conocimiento. Aquí Platón ubica al arte, a la política y al sentido común. Este es el terreno en el que los sofistas y divulgadores saben qué decir para ganarse el apoyo del vulgo. En cambio, la segunda es el terreno del verdadero conocimiento, no solo objetivo, sino también inmutable, un terreno que concebimos, antes que vemos. Este es el lugar de la ciencia y de la filosofía, dos disciplinas que nos muestran saberes que el público general rechaza.

Para explicar mejor estas ideas que esbozamos, Platón utiliza la "Alegoría de la caverna", un relato que reproduzco a continuación:

—Después de eso —proseguí— compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor las cabeza. Más arriba y más lejos se halla l luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.

—Me lo imagino.

—Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan sombras que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.

—Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.

—Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?

Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.

¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro del tabique?

Indudablemente.

Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar nombrando a los objetos que pasan y que ellos ven?

Necesariamente.

Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de los que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿ no piensas que creerían que lo que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos?

¡Por Zeus que sí!

¿ Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales transportados?

—Es de toda necesidad.

Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, qué pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz y , al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿ Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora en cambio, está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que son, ¿ no piensas que se sentiría en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora?

Mucho más verdaderas.

Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas son realmente más claras que las que se le muestran?

Así es.

Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar hasta la luz del sol, ¿ no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos ?

Por cierto, al menos inmediatamente.

Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.

Sin duda.

Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son extraños, sino contemplarlo cómo es en sí y por sí, en su propio ámbito.

Necesariamente.

Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.

Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.

Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?

Por cierto.

Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y que envidiaría a los más estaría deseoso de todo eso y que envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquellos? ¿ O más bien no le pasaría como al Aquiles de Homero, y "preferiría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre" o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida ?

Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que soportar aquella vida.

Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?

Sin duda.

Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia con aquellos que han conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente hasta que sus ojos se reacomodaran a ese estado y se acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, por haber subido hasta lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían, si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?

Seguramente.

Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con la morada-prisión, y la luz del fuego que ha en ella con el poder del sol; compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mi me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.

Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.

Mira también si lo compartes en esto: no hay que asombrarse de que quienes han llegado allí no estén dispuestos a ocuparse de los asuntos humanos, sino que sus almas aspiran a pasar el tiempo arriba; lo cual es natural, si la alegoría descrita es correcta también en esto.

Muy natural.

Tampoco sería extraño que, de contemplar las cosas divinas, pasara a las humanas, se comportase desmañadamente y quedara en ridículo por ver de modo confuso y, no acostumbrado aún en forma suficiente a las tinieblas circundantes, se viera forzado, en los tribunales o en cualquier otra parte, a disputar sobre sombras de justicia o sobre las figurillas de las cuales hay sombras, y a reñir sobre esto del modo en que esto es discutido por quienes jamás han visto la justicia en sí.

De ninguna manera sería extraño.

Pero si alguien tiene sentido común, recuerda que los ojos pueden ver confusamente por dos tipos de perturbaciones: uno al trasladarse de la luz a la tiniebla, y otro de la tiniebla a la luz; y al considerar que esto es lo que le sucede al alma, en lugar de reírse irracionalmente cuando la ve perturbada e incapacitada de mirar algo, habrá de examinar cuál de los dos casos es: si es que al salir de una vida luminosa ve confusamente por falta de hábito, o si, viniendo de una mayor ignorancia hacia lo más luminoso, es obnubilada por el resplandor. Así, en un caso se felicitará de lo que le sucede y de la vida a que accede; mientras en el otro se apiadará, y si se quiere reír de ella, su risa será menos absurda que si se descarga sobre el alma que desciende de la luz.

Tema 3: Ética - Séneca y Epicuro

En la  entrada anterior hablamos de las escuelas helenísticas y ahora vamos a profundizar en el pensamiento de dos referentes de dichas esc...