lunes, 13 de enero de 2025

Tema 1: Filosofía, ciencia y sentido común - "Apología de Sócrates"

En entradas anteriores ya adelantamos que para ciertas corrientes Sócrates es el "padre de la filosofía", y si bien otras corrientes filosóficas no coinciden, todos los filósofos estamos más o menos de acuerdo en que el pensador griego es un representante fundamental de nuestra disciplina.

Sócrates fue un filósofo nacido en Grecia, Atenas, en el año 470 a.C. Falleció en el mismo sitio, en el año 399 a.C. condenado a suicidarse. Dicha condena fue producto de un juicio que su discípulo Platón relata en el libro "Apología de Sócrates". Acá pueden consultar el texto completo.

En esta entrada mencionaremos los puntos centrales del texto platónico, como manera de conocer mejor en qué consistió la labor filosófica de Sócrates.

La apología comienza con el filósofo afirmando que sus acusadores solo dicen mentiras y que particularmente le llama la atención que justamente ellos lo acusen de que puede engañar a los demás mediante la elocuencia. Inmediatamente Sócrates establece la idea de que es más importante lo que se dice que la forma en que se dice, es decir, que lo fundamental es decir la verdad y no cómo se dice. Este inicio es muy importante ya que dentro de los acusadores del filósofo se encuentran los sofistas, unos especialistas de la oratoria, la persuasión y la elocuencia de los que Sócrates quiere constantemente diferenciarse.

Tras esto, Sócrates dice que empezará por defenderse de la acusación de que él investiga las "cosas del cielo" y que quienes realizan tales estudios no creen en los dioses. Estas acusaciones, además, no sabe exactamente quienes las hacen ya que son más bien rumores malintencionados que varias personas han difundido. Aquí, el filósofo primero responde diciendo que nadie de los presentes lo ha escuchado nunca hablar de dichos asuntos y que, por otro lado, él sabe de dónde proviene el odio que motiva esas mentiras. Así, procede a contar lo que le sucedió a su amigo Querefonte.

Un tiempo atrás, Querefonte visitó el oráculo de Delfos (podés aprender más de dicho oráculo acá) y preguntó si existía un hombre más sabio que Sócrates, a lo cual el oráculo contestó que no. El filósofo, sabiendo que los dioses no mienten, se preguntó porque ellos lo consideraban el más sabio, ya que a él mismo no le quedaba claro ese punto. Para corroborar esta afirmación, Sócrates fue a hablar con un político considerado muy sabio. Sin embargo, descubrió que si bien él mismo se consideraba sabio y que también había otras personas que lo consideraban así, realmente desconocía cosas que creía saber y que, en efecto, no era un sabio. Tras ello fue a hablar con otros políticos, poetas y artistas y en todos ellos observó lo mismo: creían saber cosas que realmente no sabían y se consideraban sabios, incluso eran tratados como tales, cuando verdaderamente no lo eran. Así, Sócrates llega a la conclusión que al saber que él no es sabio ya sabe más que los supuestos sabios, esto es, el filósofo es consciente de su propia ignorancia.

Es importante detenernos aquí, ya que es fundamental aclarar el sentido de todas estas afirmaciones, muchas veces malinterpretadas. Cuando Sócrates se declara ignorante lo hace frente a la sabiduría absoluta, algo que solo los dioses pueden ostentar, así, no es que Sócrates no sepa nada, sino que sabe que su conocimiento como humano estará siempre alejado de la sabiduría real, completa, de las deidades.

Retomando, el filósofo considera que las acusaciones de que no cree en los dioses proviene de los supuestos sabios que él dejó expuestos como falsos y de los seguidores de aquellos. Tras esto, Sócrates se defiende de las acusaciones más recientes, realizadas, entre otros, por el poeta Melito.

Melito acusa a Sócrates de corromper a la juventud y de, nuevamente, creer en otros dioses. Ante esto el filósofo utiliza la mayéutica, de la cual hablaremos en otra entrada, un método por el cual es el propio poeta el que queda en evidencia al considerar que todos los atenienses forman a la juventud, salvo Sócrates, que los corrompería, lo cual es, a todas luces, un absurdo. Sobre esto el filósofo confiesa no hacer otra cosa que ir por todas partes tratando de persuadir tanto a jóvenes como a viejos de que presten menos atención al cuerpo y las riquezas y más al desarrollo de sus almas (aquí es importante remarcar que para los antiguos griegos el alma es un concepto que se relaciona íntimamente con lo que nosotros denominamos "mente"). Además, Sócrates logra que Melito confiese que es mejor vivir entre personas buenas y no malas, por tanto el filósofo debería ser tonto al corromper a la juventud y rodearse de personas malvadas. O sea que o Sócrates corrompe jóvenes sin saberlo, lo cual no era penable en su sociedad, o Sócrates debería ser un necio al corromper jóvenes que luego podrían dañarlo. 

Finalmente, Sócrates hace una defensa en favor de los atenienses y no de sí mismo, ya que sostiene que es la polis la que sufrirá una gran pérdida si él es condenado. En efecto, puede que Sócrates sea como una tábano (insecto similar a la mosca), que es molesto, pero esa molestia es necesaria ya que la función de despertar y reprochar a los atenienses es algo que ellos necesitan. En este punto el filósofo también aclara por que actuó siempre en privado y no en público y es que oponerse a las injusticias de un pueblo públicamente hubiera llevado a la muerte a Sócrates hace ya mucho tiempo.

Finalizada la defensa del filósofo, los jueces, que eran 556, votan y resulta Sócrates condenado con 281 votos en contra y 275 a favor. Así, el filósofo es condenado por apenas 6 votos. Tras esto el filósofo dice que siendo pobre lo único que podría ofrecer para no ser condenado es una moneda de plata, pero que sus discípulos y amigos están dispuestos a pagar por el 30 monedas de plata. Los jueces no aceptan el pago y condenan, finalmente, a Sócrates a muerte.

Ya condenado, Sócrates le habla a los jueces que lo condenaron y a los que trataron de absolverlo. A los primeros les advierte que si creen que deshaciendose del filósofo van a poder seguir su vida reprochable sin que nadie más los reproche están equivocados porque detrás de Sócrates vendrán otros que los amonesten como él. La manera de que no te reprochen ser injusto, afirma el filósofo, no es eliminar al que reprocha sino abrazar una vida honrada. Mientras tanto, a los otros jueces, los que quisieron absolverlo, Sócrates les pide que le causen las mismas "molestias" a sus hijos que él les causó a los atenienses.


  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Tema 3: Ética - Séneca y Epicuro

En la  entrada anterior hablamos de las escuelas helenísticas y ahora vamos a profundizar en el pensamiento de dos referentes de dichas esc...